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Magnífico documento gráfico en el que se retratan varias mujeres con mantillo acompañadas por un generoso donante una calle de Madrid. Aunque aparece una mujer con un pañuelo con una cruz roja de la institución fundada en 1864 no nos debe llevar a confusión con la fiesta de la banderita. La fiesta de la flor el 5 de junio de 1914-1916 se celebraba desde muy pronto y todo el día y las mujeres, luciendo sus mantones de Manila, mantillas, peineteras y de más galas, salían a las calles de Madrid con claveles en el pecho a postular en beneficio de los tuberculosos. A cambio de un donativo una margarita de papel en la solapa. Participaban hasta los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Se distribuían mesas petitorias ocupadas por las más respetadas damás de la sociedad madrileña. Fotografía perteneciente al fondo histórico del archivo Mahou-San Miguel, que posee casi 5000 imágenes de sociedad del siglo XIX y principios de XX.


Imagen de hombre con sombrero en la mano en actitud de saludo delante de un forillo pintado. Los fotógrafos solían tener en sus estudios de retrato, recursos escénicos y de attrezzo para dar variedad en las posibilidades del retrato. Como fondo, diversos murales impresos en tela o papel, para escenografía, elementos como rocas, balaustres, pequeños puentes o columnas y de attrezzo, libros, revistas, vajillas alfombras y otros objetos. También contaban con un pequeño fondo de vestuario o contacto de alquiler de este, sobre todo para las personas con menos recursos, que querían retratarse a la moda.


Retrato de estudio de una niña con jarras de metal típicas para llevar leche en actitud de contar unas monedas. En 1890 la moneda oficial en España era la peseta desde 1869, que surgió para unificar las diferentes monedas existentes hasta entonces, como el maravedí, el real o el escudo. Gracias al estudio fotográfico de Almayso en Madrid, Mahou dispone de uno de los fondos fotográficos históricos más importantes de España y consiguientemente de Europa, en retrato y composición costumbrista de la segunda mitad del siglo XIX en adelante.


Curioso retrato de mujer con abanico en una posición teatral, típica de las artistas del momento, con una dedicatoria manuscrita. Apreciado amigo Sr Mahou y distinguida familia, les dedica este recuerdo su siempre agradecida amiga Bernarda. Fotografía perteneciente al fondo histórico del archivo Mahou-San Miguel, que posee casi 5000 imágenes de sociedad del siglo XIX y principios de XX.


Retrato de mujer joven con pelo recogido y tocado floral en el pecho de la camisa abierta de encaje. Era costumbre que las artistas del momento se retrataran ataviadas con vestido de trabajo o a la moda más moderna de la época. Imagen fechada en 1889. Gracias al estudio fotográfico de Almayso en Madrid, Mahou dispone de uno de los fondos fotográficos históricos más importantes de España y consiguientemente de Europa, en retrato y composición costumbrista de la segunda mitad del siglo XIX en adelante.


Simpática imagen de un niño pequeño, vestido al estilo goyesco con atuendo folclórico del siglo XVII delante de forillo pintado. Los fotógrafos solían tener en sus estudios de retrato recursos escénicos y de attrezzo para dar variedad en las posibilidades del retrato. Como fondo diversos murales impresos en tela o papel, para escenografía, elementos como rocas, balaustres, pequeños puentes o columnas y de attrezzo, libros, revistas, vajillas alfombras y otros objetos. También contaban con un pequeño fondo de vestuario o contacto de alquiler de este, sobre todo para las personas con menos recursos, que querían retratarse a la moda.


Mujer luce moño trenzado para un retrato de forma circular. La técnica del ovalo esfumato resaltaba la figura del fondo de una forma delicada y elegante, imitando los retratos pintados de épocas anteriores con fondos oscuros y esfumato, que así se llamaba a la técnica de degradado tonal. También el soporte en el que se iba a llevar definía la forma. Este tipo de imágenes solían utilizarse para llevar en portarretratos de objetos como relojes de bolsillo o camafeos de cierre.


Retrato de una niña luciendo feliz una mantilla bordada con una flor como broche. Dicha imagen se circunscribe en un ovalo de esfumato o degradado, muy típico de la época para dulcificar el perímetro de la fotografía. Este tipo de imágenes solían utilizarse para llevar en portarretratos de objetos como relojes de bolsillo o camafeos de cierre. Habitualmente se vestía así con motivo de alguna festividad social, religiosa, como semana santa o familiar como una comunión, cumpleaños o boda. Hacerse una fotografía en el siglo XIX debía ser un acontecimiento de importancia con carácter de celebración, festividad o solemnidad, ya que implicaba el vestirse y prepararse para la ocasión, el acudir casi siempre acompañado al estudio, y el negociar el carácter del retrato, la puesta en escena, y la iluminación con el fotógrafo.


Retrato de una niña luciendo un traje regional con un fondo mural y unos elementos decorativos. Habitualmente se vestía así con motivo de alguna festividad social, carnaval, religiosa, como semana santa o familiar. Hacerse una fotografía en el siglo XIX debía ser un acontecimiento de importancia con carácter de celebración, festividad o solemnidad, ya que implicaba el vestirse y prepararse para la ocasión, el acudir casi siempre acompañado al estudio, y el negociar el carácter del retrato, la puesta en escena, y la iluminación con el fotógrafo.


Mujer luce un broche en el cuello de su vestido para un retrato de forma circular. La técnica del ovalo esfumato resaltaba la figura del fondo de una forma delicada y elegante, imitando los retratos pintados de épocas anteriores con fondos oscuros y esfumato, que así se llamaba a la técnica de degradado tonal. También el soporte en el que se iba a llevar definía la forma. Este tipo de imágenes solían utilizarse para llevar en portarretratos de objetos como relojes de bolsillo o camafeos de cierre. Además el retrato de la señora se vio retocado en lo que eran las antiguas técnicas gráficas en este caso en el rostro, con una ralladura o sutil lijado para suavizar la piel.


Retrato familiar de dos pequeños sentados uno en el regazo del otro, posando con mirada seria, para el objetivo del fotógrafo. En este caso es la forma de hacer una copia sobre una imagen ya realizada. La fotografía de retrato nace en el siglo XIX continuando la labor artística de los pintores retratistas de la época, avalada por siglos de historia. Con la fotografía, el retrato se socializa, y aunque no deja de ser costoso, no lo es tanto como contratar a un pintor. Primero la usaron las familias con una posición económica acomodada, popularizándose posteriormente.


Retrato de una mujer con mantilla bordada cubriendo el cabello. Dicha imagen se circunscribe en un ovalo de esfumato o degradado, muy típico de la época para dulcificar el perímetro de la fotografía. Este tipo de imágenes solían utilizarse para llevar en portarretratos de objetos como relojes de bolsillo o camafeos de cierre. Habitualmente se vestía así con motivo de alguna festividad social, religiosa, como semana santa o familiar como una comunión, cumpleaños o boda. Hacerse una fotografía en el siglo XIX debía ser un acontecimiento de importancia con carácter de celebración, festividad o solemnidad, ya que implicaba el vestirse y prepararse para la ocasión, el acudir casi siempre acompañado al estudio, y el negociar el carácter del retrato, la puesta en escena, y la iluminación con el fotógrafo. Datada en Mayo de 1888.


Bonita foto del tren a vapor entrando en el túnel que llega a la estación de la localidad serrana de Cercedilla que era una localidad donde pasaron muchos momentos lo más insigne e ilustres de la sociedad de la época, desde el pintor Sorolla, Canalejas, el ministro Eduardo Cobián, Ramon y Cajal, el poeta Luis Rosales y muchos otros desde el siglo XIX y todo el siglo XX. Dicha moda viene avalada por la llegada del tren a la localidad. El campo y la sierra madrileña, era un lugar de desconexión en fin de semana o en los largos periodos estivales de verano. Magnífico documento gráfico perteneciente al fondo archivístico histórico de Mahou-San Miguel, único en España y Europa.


Bonita imagen familiar que nos define la moda y costumbres de la época. Hacerse una fotografía en el siglo XIX debía ser un acontecimiento de importancia con carácter de celebración, festividad o solemnidad, ya que implicaba el vestirse y prepararse para la ocasión, el acudir casi siempre acompañado al estudio, y el negociar el carácter del retrato, la puesta en escena, y la iluminación con el fotógrafo. En estos documentos gráficos podemos apreciar e investigar la evolución social de la época junto a la cervecera Mahou. El autor de la imagen, el Sr Almayso es el acrónimo formado por las iniciales de Alfredo Mahou y Solana.


El joven de la foto posa orgulloso con su uniforme de infantería sujetando un imponente sable, apoyado en una pilastra en el estudio de Almayso. El fondo fotográfico Almayso es uno de los más extensos que se conservan actualmente en el inicio de la fotografía en el siglo XIX y posteriormente, para toda Europa, tanto en la disciplina del retrato, el paisaje o la imagen costumbrista.


Esta mujer con un parasol abierto nos enseña un enorme abanico con dedicado a los toros. Los fotógrafos solían tener en sus estudios de retrato recursos escénicos y de attrezzo para dar variedad en las posibilidades del retrato. Como fondo diversos murales impresos en tela o papel, para escenografía, elementos como rocas, balaustres, pequeños puentes o columnas y de attrezzo, libros, revistas, vajillas alfombras y otros objetos.


Instantánea en el jardín de un hombre disfrutando del sol mientras una mujer observa al fotógrafo desde la sombra de la arboleda. Almayso se preocupó de retratar momentos mundanos de la vida de la gente y su entorno al más puro estilo de un reportero, ampliando la riqueza de su fondo fotográfico. No era fácil el manejar y portar material fotográfico profesional a cualquier lugar de la geografía, debido a la aparatosidad de las herramientas y máquinas. Esto se traduce en unas ganas, pasión y sacrificio por parte de Don Alfredo a la hora de ejercer su profesión de fotógrafo y retratista.


Podemos ver en la cintura de la señora, el Photoshop de la época para estrechar el perfil del corsé. Realizando el retoque físico con pintura, el pegado de tramas y el raspado con una cuchilla del original como en este caso, del soporte de vidrio. Dicho corsé es una prenda que a partir de 1905 inicia su decadencia y el camino de su desaparición.


Joven mujer luce un sencillo vestido. Padece un ligero estrabismo que en la época, era difil de corregir. En el siglo XIX varias enfermedades y plagas como la viruela, la gripe difteria, sarampión y posteriormente tuberculosis hicieron estragos en la población española con una esperanza de vida de unos 30 años, muy baja para Europa. Quien las superaba podía quedar con graves secuelas. La sociedad demandaba nuevos avances y descubrimientos en el ámbito de la medicina para poder combatirlas y mejorar esta situación. El siglo XX trajo las investigaciones del Dr. Ramon y Cajal sobre el sistema nervioso y neuronal y en 1928 la penicilina de la mano de Alexander Fleming entre otros.


Retrato de mujer con el pelo recogido en un moño. Estaba muy de moda llevar el pelo recogido con una trenza enrollada sobre la cabeza a modo de copete o moño, coronado con un broche o aguja de pelo. El fondo fotográfico Almayso es uno de los más extensos que se conservan actualmente en el inicio de la fotografía en el siglo XIX y posteriormente, para toda Europa, tanto en la disciplina del retrato, el paisaje o la imagen costumbrista.


La pequeña de la foto posa feliz en un decorado de estudio, luciendo un simpático sombrero de diadema y un bonito vestido claro. Habitualmente se vestía así con motivo de alguna festividad social, religiosa, como semana santa o familiar como una comunión, cumpleaños o boda.


Singular retrato de una madre junto a su hijo apoyado en ella y de perfil, posan para el retrato en el estudio fotográfico de Almayso. La fotografía de retrato nace en el siglo XIX continuando la labor artística de los pintores retratistas de la época, avalada por siglos de historia. Con la fotografía, el retrato se socializa, y aunque no deja de ser costoso, no lo es tanto como contratar a un pintor. Primero la usaron las familias con una posición económica acomodada, popularizándose posteriormente.


Aunque en este fondo fotográfico hay mucha gente elegantemente retratada, esta señorita del retrato, de mirada serena luce un vestido de calidad, con un broche estrellado de siete puntas y cintura de avispa.


Imagen familiar realizada en el estudio de Almayso, cuyo nombre deriva de las iniciales de Alfredo Mahou y Solana fue pionero en el arte de la fotografía y el retrato en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Pionero en las técnicas usadas para elaborar las fotografías, Almayso se convirtió en un destino de referencia para la sociedad madrileña, ávida por dejarse retratar como sucedía ya en otras capitales europeas.


Esta familia posa con seriedad para la cámara junto a un balaustre de atrezo en el estudio de Almayso. La diferencia de edad no era problema para los matrimonios en el siglo XIX que en algunas ocasiones eran concertados por las familias. Esta costumbre desaparecerá en el siglo XX. La finalidad del retrato no es solo personal, si no social y documental. Si tienes un estatus dentro de la comunidad, debías hacerte un retrato fotográfico que documentara tu posición dentro de esta, dándote un valor identificativo. No solo formaba parte del recuerdo de un momento temporal si no que servía de testimonio gráfico, definiendo de alguna manera al individuo y su entorno.