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Pequeña de cabello claro, luce feliz un bonito vestido bordado a juego con su sombrero coronado con flores y en colores claros y pastel. La fiesta de la flor el 5 de junio de 1916 se celebraba desde muy pronto y todo el día y las mujeres, luciendo sus mantones de manila, mantillas, peineteras y de más galas salían a las calles de Madrid con claveles en el pecho a postular en beneficio de los tuberculosos. A cambio de un donativo una margarita de papel en la solapa. Participaban hasta los reyes Alfonso y Victoria Eugenia. Se distribuían mesas petitorias ocupadas por las más respetadas damas de la sociedad madrileña. Fue la precursora de la fiesta de la cruz roja o de la banderita.


Serio chaval de pelo rubio lleva un gran lazo para su camisa. Gracias al estudio fotográfico de Almayso en Madrid, Mahou dispone de uno de los fondos fotográficos históricos más importantes de España y consiguientemente de Europa, en retrato y composición costumbrista de la segunda mitad del siglo XIX en adelante.


Tríptico publicado en el año 1963 para presentar la nueva fábrica de Granada de cervezas San Miguel en 1963.


Fotografía de retrato en la que vemos a una simpática pequeña fotografiada quizas por su cumpleaños junto a su padrino de bautismo. El fondo fotográfico Almayso es uno de los más extensos que se conservan actualmente en el inicio de la fotografía en el siglo XIX y posteriormente, para toda Europa, tanto en la disciplina del retrato, el paisaje o la imagen costumbrista.


La señora sujeta con gesto serio al pequeño bebé que duerme profundamente. Da que pensar. Memento mori. El retrato post mortem es la continuación de la costumbre de pintar a los muertos desde la edad media, con un significado de recuerdo de la mortalidad y su inevitable desenlace. Esta disciplina pictórica se hace más común entre los niños y los religiosos en el siglo XVI. Los primeros para retratar su pureza y los segundos para recalcar la vanidad de los retratos en vida. Al igual que el retrato, esta nueva técnica fotográfica conllevó la necesidad por parte del fotógrafo de embellecer y naturalizar la escena simulando a la persona plácidamente dormida como es el caso, o en una escena más rutinaria.


La madre sujeta cariñosamente a su pequeña que se tiene de pié a duras penas sobre la pilastra del estudio del fotógrafo. Luce un bonito vestidito de encajes y cinta a modo de cinturón, quizas por su cumpleaños. Estas celebraciones en la infancia tenían una especial relevancia ya que la mortalidad infantil era muy alta, y más antes de los primeros cinco años de vida, sobre todo en las clases trabajadoras y las poblaciones rurales con una tasa de hasta el 50% de decesos. La sociedad demandaba nuevos avances y descubrimientos en el ámbito de la medicina para poder combatirlas y mejorar esta situación. El siglo XX trajo las investigaciones del Dr. Ramon y Cajal sobre el sistema nervioso y neuronal y en 1928 la penicilina de la mano de Alexander Fleming entre otros.


Tres elegantes amigas posan para Almayso en la escenografía de su estudio. Todas ellas con diferentes sombreros a la nueva moda europea, más sencillos y cómodos ¡y sin corsé!. Los sombreros altos eran adornados dependiendo de la condición social, con telas plumás o motivos florales combinados con su ropa de día. A partir de 1910 hay un periodo de transición para cambiar la silueta e ir abandonado el corsé usado durante todo el siglo XIX.


La dama sentada posa junto a sus seis hijos. Hacerse una fotografía en el siglo XIX debía ser un acontecimiento de importancia con carácter de celebración, festividad o solemnidad, ya que implicaba el vestirse y prepararse para la ocasión, el acudir casi siempre acompañado al estudio, y el negociar el carácter del retrato, la puesta en escena, y la iluminación con el fotógrafo.


Estaba muy de moda llevar el pelo recogido con una trenza enrollada sobre la cabeza a modo de copete o moño, coronado con un broche o aguja de pelo. Habitualmente se vestía así con motivo de alguna festividad social, religiosa, como semana santa o familiar como una comunión, cumpleaños o boda. Estas celebraciones en la infancia tenían una especial relevancia ya que la mortalidad infantil era muy alta, y más antes de los primeros cinco años de vida, sobre todo en las clases trabajadoras y las poblaciones rurales con una tasa de hasta el 50% de decesos.


La madre mira simpática a una de sus dos jones hijas que comparten el mismo modelo de vestido. Hacerse una fotografía en el siglo XIX debía ser un acontecimiento de importancia con carácter de celebración, festividad o solemnidad, ya que implicaba el vestirse y prepararse para la ocasión, el acudir casi siempre acompañado al estudio, y el negociar el carácter del retrato, la puesta en escena, y la iluminación con el fotógrafo.


Simpática imagen de dos pequeños con trajes regionales palentinos, vestidos así para una fecha especial. Gracias al estudio fotográfico de Almayso en Madrid, Mahou dispone de uno de los fondos fotográficos históricos más importantes de España y consiguientemente de Europa, en retrato y composición costumbrista de la segunda mitad del siglo XIX en adelante.


Las muñecas en el siglo XIX podían tener cabeza de porcelana, convirtiéndose en piezas de gran valor. Las muñecas francesas eran las más cotizadas por su complejidad y los vestidos que marcaban estilo en la moda del momento. Figuras muy elaboradas con vestidos de gran calidad convertían estos objetos en herencias que pasaban de padres a hijos. Se popularizaron a finales del XIX en madera o papel maché. Aunque la muñeca más popular en España no llegaría hasta 1938 con la fabricación en serie de Mariquita Pérez, que marcaría a una generación entera como uno de sus emblemás. Estas hermanas posan con ellas en el estudio Almayso.


Gracias al estudio fotográfico de Almayso en Madrid, Mahou dispone de uno de los fondos fotográficos históricos más importantes de España y consiguientemente de Europa, en retrato y composición costumbrista de la segunda mitad del siglo XIX en adelante. Con la fotografía, el retrato se socializa, y aunque no deja de ser costoso, no lo es tanto como contratar a un pintor. Primero la usaron las familias con una posición económica acomodada, popularizándose posteriormente. En este caso vemos a este señor de gesto serio retratado en el estudio de Almayso.


Existían muchos tipos de bigote, el natural, sin artificios, bigote inglés con puntas hacia afuera, imperial, pequeño tupido con las puntas en rizo hacia arriba, húngaro, más grande y estilo libre o Friendly Mutton Chops que une las patillas por el bigote. El hombre de la foto, además luce un bonito broche en el nudo de la corbata.


Finales del siglo XIX fue desastroso para España en el ámbito geopolítico debido a la perdida de sus últimás colonias en Asia y Latinoamérica, con Cuba y Filipinas en 1898 en la guerra hispano-estadounidense. También pierde Puerto Rico, aunque España mantiene su soberanía hasta 1899 y Guam e islas Marianas también son cedidas a Estados Unidos. El cadete posa sentado luciendo orgulloso su uniforme y es que habia que ser muy valiente y tener mucha vocación para hacerse militar en semejante momento histórico.


El hombre de la foto posa en el estudio de Almayso, de pie con un puro en la mano y una boquilla para fumar muy singular a modo de filtro. Habitualmente se vestía así con motivo de alguna festividad social, religiosa, como semana santa o familiar como una comunión, cumpleaños o boda.


Hacerse una fotografía en el siglo XIX debía ser un acontecimiento de importancia con carácter de celebración, festividad o solemnidad, ya que implicaba el vestirse y prepararse para la ocasión, el acudir casi siempre acompañado al estudio, y el negociar el carácter del retrato, la puesta en escena, y la iluminación con el fotógrafo. Habitualmente se vestía así con motivo de alguna festividad social, religiosa, como semana santa o familiar como una comunión, cumpleaños o boda.


Aunque nos parezca muy joven el protagonista de la imagen, debemos tener en cuenta que a finales del siglo XIX la esperanza de vida era la mitad de la que disfrutamos ahora por loque los jóvenes maduraban antes y sus obligaciones sociales y laborales también eran más precoces. En estos documentos gráficos podemos apreciar e investigar la evolución social de la época junto a la cervecera Mahou. El autor de la imagen, el Sr Almayso es el acrónimo formado por las iniciales de Alfredo Mahou y Solana.


El joven luce una torera o chaquetilla corta y un fajín muy al estilo folclórico español. El fondo fotográfico Almayso es uno de los más extensos que se conservan actualmente en el inicio de la fotografía en el siglo XIX y posteriormente, para toda Europa, tanto en la disciplina del retrato, el paisaje o la imagen costumbrista.


Los cuellos de las camisas de caballeros no llevan pliegue y podían ser independientes junto con los puños del resto de la prenda para facilitar su lavado. Fotografía perteneciente al fondo histórico del archivo Mahou-San Miguel, que posee casi 5000 imágenes. Dicha imagen se circunscribe en un ovalo de esfumato o degradado, muy típico de la época para dulcificar el perímetro de la fotografía. Este tipo de imágenes solían utilizarse para llevar en portarretratos de objetos como relojes de bolsillo o camafeos de cierre.


EL hombre de la imagen luce unas originales lentes llamadas Quevedos porque eran usadas por el insigne escritor del siglo de oro español, Francisco de Quevedo. El fondo fotográfico Almayso es uno de los más extensos que se conservan actualmente en el inicio de la fotografía en el siglo XIX y posteriormente, para toda Europa, tanto en la disciplina del retrato, el paisaje o la imagen costumbrista.


EL caballero luce un curioso alfiler en la corbata con un pequeño esqueleto, quizás po quizas por el dia de difuntos. Los cuellos de las camisas de caballeros no llevan pliegue y podían ser independientes junto con los puños del resto de la prenda para facilitar su lavado. Fotografía perteneciente al fondo histórico del archivo Mahou-San Miguel, que posee casi 5000 imágenes. Dicha imagen se circunscribe en un ovalo de esfumato o degradado, muy típico de la época para dulcificar el perímetro de la fotografía. Este tipo de imágenes solían utilizarse para llevar en portarretratos de objetos como relojes de bolsillo o camafeos de cierre.


EL caballero con gabardina tres cuartos, luce un elegante traje oscuro y bastón. A finales del XIX y comienzos del XX empieza a popularizarse el traje chaqueta combinado con un chaleco y pantalones a juego que se va popularizando entre la burguesía madrileña con corbata blanca o negra y un sombrero, bombín o chistera también llamado de copa. El bastón por otra parte era un símbolo de prestigio que viene de los antiguos cetros aunque sin olvidar que podía ser un elemento defensivo.


El hombre barbado de la foto luce un curioso alfiler de corbata con las iiciales A y L superpuestas. La técnica del ovalo esfumato resaltaba la figura del fondo de una forma delicada y elegante, imitando los retratos pintados de épocas anteriores con fondos oscuros y esfumato, que así se llamaba a la técnica de degradado tonal. También el soporte en el que se iba a llevar definía la forma. Este tipo de imágenes solían utilizarse para llevar en portarretratos de objetos como relojes de bolsillo o camafeos de cierre.


La fotografía de retrato nace en el siglo XIX continuando la labor artística de los pintores retratistas de la época, avalada por siglos de historia. Con la fotografía, el retrato se socializa, y aunque no deja de ser costoso, no lo es tanto como contratar a un pintor. Primero la usaron las familias con una posición económica acomodada, popularizándose posteriormente.