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El hombre posa con semblante serio luciendo barba y bigote y con sus guantes guardados en la chaqueta. Existían muchos tipos de bigote, el natural, sin artificios, bigote inglés con puntas hacia afuera, imperial, pequeño tupido con las puntas en rizo hacia arriba, húngaro, más grande y estilo libre o Friendly Mutton chops que une las patillas por el bigote. La finalidad del retrato no es solo personal, si no social y documental. Si tienes un estatus dentro de la comunidad, debías hacerte un retrato fotográfico que documentara tu posición dentro de esta, dándote un valor identificativo. No solo formaba parte del recuerdo de un momento temporal si no que servía de testimonio gráfico, definiendo de alguna manera al individuo y su entorno.


La pequeña posa un poco seria para la foto con un enorme lazo en la cabeza y una banda de flores sobre su vestido blanco. Habitualmente se vestía así con motivo de alguna festividad social, religiosa, como semana santa o familiar como una comunión, cumpleaños o boda. Almayso, cuyo nombre deriva de las iniciales de Alfredo Mahou y Solana fue pionero en el arte de la fotografía y el retrato en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.


Este grupo familiar, disfruta de un soleado día de campo en la sierra de Madrid, y posa desenfadado en una bonita foto familiar realizada por Almayso que se preocupó de retratar momentos mundanos de la vida de la gente y su entorno al más puro estilo de un reportero, ampliando la riqueza de su fondo fotográfico. No era fácil el manejar y portar material fotográfico profesional a cualquier lugar de la geografía, debido a la aparatosidad de las herramientas y máquinas. Esto se traduce en unas ganas, pasión y sacrificio por parte de Don Alfredo a la hora de ejercer su profesión de fotógrafo y retratista.


Mujer de mirada serena y con pelo recogido luce un broche al cuello, siguiendo la costumbre de la moda del momento. Dicha imagen se circunscribe en un ovalo de esfumato o degradado, muy típico de la época para dulcificar el perímetro de la fotografía. Este tipo de imágenes solían utilizarse para llevar en portarretratos de objetos como relojes de bolsillo o camafeos de cierre.


En la imagen podemos ver a una empleada del hogar con un plumero y su mandil bordado posando en un bonito paraje de la sierra Madrileña on la localidad de Cercedilla al fondo y la casa a su izquierda. Cercedilla, era una localidad donde pasaron muchos momentos lo más insigne e ilustres de la sociedad de la época, desde el pintor Sorolla, Canalejas, el ministro Eduardo Cobián, Ramon y Cajal, el poeta Luis Rosales y muchos otros desde el siglo XIX y todo el siglo XX. Dicha moda viene avalada por la llegada del tren a la localidad. Las casas vacacionales y segundas viviendas se las llamaba hoteles.


Retrato oval de mujer con trenza recogida en moño. Luce una cadena. También podemos apreciar un retoque para estrechar la cintura, es el Photoshop de la época, realizado en retoque físico con pintura, el pegado de tramas y el raspado con una cuchilla del original. La técnica del ovalo esfumato resaltaba la figura del fondo de una forma delicada y elegante, imitando los retratos pintados de épocas anteriores con fondos oscuros y esfumato, que así se llamaba a la técnica de degradado tonal. También el soporte en el que se iba a llevar definía la forma. Este tipo de imágenes solían utilizarse para llevar en portarretratos de objetos como relojes de bolsillo o camafeos de cierre.


Histórica estampa de la localidad de Cercedilla con su estación y la vía ferroviaria que la atraviesa. Cercedilla, era una localidad donde pasaron muchos momentos lo más insigne e ilustres de la sociedad de la época, desde el pintor Sorolla, Canalejas, el ministro Eduardo Cobián, Ramon y Cajal, el poeta Luis Rosales y muchos otros desde el siglo XIX y todo el siglo XX. Dicha moda viene avalada por la llegada del tren a la localidad. Las casas vacacionales y segundas viviendas se las llamaba hoteles.


Mujer sentada luce un broche con forma de hacha toledana y una chaquetilla entallada a la que le falta un par de botones. Es curioso ya que lel retrato era un acontecimiento y quizás le ha pillado de sorpresa, alguien le ha sugerido que se tenía que retratar, quién sabe. Hacerse una fotografía en el siglo XIX debía ser un acontecimiento de importancia con carácter de celebración, festividad o solemnidad, ya que implicaba el vestirse y prepararse para la ocasión, el acudir casi siempre acompañado al estudio, y el negociar el carácter del retrato, la puesta en escena, y la iluminación con el fotógrafo.


Curiosa estampa familiar en pleno episodio vacacional con los niños junto a sus tías, madres y abuelas, posando junto a la fachada de la casa. El campo y la sierra madrileña, era un lugar de desconexión en fin de semana o en los largos periodos estivales de verano, cuando no había colegio toda la familia se podía trasladar a lugares más lejanos de Madrid, como la sierra de Cercedilla. Almayso se preocupó de retratar momentos mundanos de la vida de la gente y su entorno al más puro estilo de un reportero, ampliando la riqueza de su fondo fotográfico. No era fácil el manejar y portar material fotográfico profesional a cualquier lugar de la geografía, debido a la aparatosidad de las herramientas y máquinas. Esto se traduce en unas ganas, pasión y sacrificio por parte de Don Alfredo a la hora de ejercer su profesión de fotógrafo y retratista.


Señorita de grandes ojos, luce feliz su mantilla bordada que le cubre el cabello. Habitualmente se vestía así con motivo de alguna festividad social, religiosa, como semana santa o familiar como una comunión, cumpleaños o boda. Gracias al estudio fotográfico de Almayso en Madrid, Mahou dispone de uno de los fondos fotográficos históricos más importantes de España y consiguientemente de Europa, en retrato y composición costumbrista de la segunda mitad del siglo XIX en adelante.


Retrato de mujer con trenza recogida en moño coronado por un broche. Luce un colgante con varias llaves, puede que sea ama de llaves . Estaba muy de moda llevar el pelo recogido con una trenza enrollada sobre la cabeza a modo de copete, coronado con un broche o aguja de pelo. El fondo fotográfico Almayso es uno de los más extensos que se conservan actualmente en el inicio de la fotografía en el siglo XIX y posteriormente, para toda Europa, tanto en la disciplina del retrato, el paisaje o la imagen costumbrista.


Retrato de mujer con trenza recogida en moño coronado por un broche. Luce un delicado broche . Estaba muy de moda llevar el pelo recogido con una trenza enrollada sobre la cabeza a modo de copete, coronado con un broche o aguja de pelo. El fondo fotográfico Almayso es uno de los más extensos que se conservan actualmente en el inicio de la fotografía en el siglo XIX y posteriormente, para toda Europa, tanto en la disciplina del retrato, el paisaje o la imagen costumbrista.


Simpática foto de este pequeño sentado en el taburete con su uniforme escolar. El fondo fotográfico Almayso es uno de los más extensos que se conservan actualmente en el inicio de la fotografía en el siglo XIX y posteriormente, para toda Europa, tanto en la disciplina del retrato, el paisaje o la imagen costumbrista.


Simpática escena teatralizada por una familia en el jardín de su casa estival. Todos posan en su papel, debidamente caracterizados para la especial ocasión. Quizás emulando un momento en alguna opera, zarzuela o libreto teatral de moda en ese momento. Habra que preguntarselo. A veces para divertirse participaban en este tipo de juegos como pasatiempo. Antes prescindían de toda la tecnología actual y solo aparecerían los gramófonos para escuchar música a partir de 1899 y la primera emisión de radio Ibérica en España no se realizó hasta 1924.


simpática foto de unos pequeños retratados sobre un cojín sujetados por unas familiares que miran al fotografo entre divertidas y curiosas, con un paisaje pintado de fondo.


Durante una reunión familiar por una celebración especial, y con todos los componentes reunidos para la ocasión, aprovechaban para retratarse todos juntos de una manera relajada, como es el caso, pudiendo así discernir un carácter más disperso y natural de la sociedad de la epoca.


Estos jóvenes lucen con frack para una celebración un coktail o baile, luciendo unas elegantes chisteras sobre sus cabezas. Creado a finales del XVIII en Londres por John Hetherington, al principio causó un gran revuelo y un multazo para su creador por llevarlo, pero años después lo lucia la alta sociedad másculina para sus importantes eventos y celebraciones. Pero hay antecedentes que se remontan al siglo XV en el uso de sombreros similares como el capitán Antonio de Borgoña o el retrato del artista Roger Van der Weyden con algo parecido pero sin el aspecto tan cilíndrico. Con posterioridad se regulariza en Alemania y en el XVII en Holanda, pero es en el siglo XIX cuando se constituye como prenda obligatoria para las fiestas de etiqueta junto al smoking.


Este retrato familiar nos muestra un guardia civil vestido de uniforme junto a sus tres niñas y su esposa. La guardia civil fue fundada en 1844 por el II Duque de Ahumada para el mantenimiento del orden público, combatir la delincuencia y proteger la propiedad. En estos documentos gráficos podemos apreciar e investigar la evolución social de la época junto a la cervecera Mahou. El autor de la imagen, el Sr Almayso es el acrónimo formado por las iniciales de Alfredo Mahou y Solana.


Imagen de estudio realizada por Almayso de seis mujeres posando juntas para la posteridad, posiblemente hermanas o familiares, todas ellas siguiendo la moda de rigor típica de la epoca victoriana. A partir de 1910 hay un periodo de transición para cambiar la silueta e ir abandonado el corsé usado durante todo el siglo XIX.


Simpática foto en la que el bebé retratado posa sobre un bloque de atrezo sujeto por su niñera mientras bosteza despreocupado y luciendo un elegante vestido blanco de celebración de su cumpleaños o quizas el acceso alguna comunidad o logia con escudo de estrella y torreón a la que pertenece su padre.


EL militar se fotografía en el estudio de Almayso con su familia luciendo orgulloso su medalla y sujeta su sable mientras su hijo observa curioso al fotógrafo. Habitualmente se vestía así con motivo de alguna festividad social, religiosa, como semana santa o familiar como una comunión, cumpleaños o boda.


Hacerse una fotografía en el siglo XIX debía ser un acontecimiento de importancia con carácter de celebración, festividad o solemnidad, ya que implicaba el vestirse y prepararse para la ocasión, el acudir casi siempre acompañado al estudio, y el negociar el carácter del retrato, la puesta en escena, y la iluminación con el fotógrafo. La costumbre de vestir a los críos con el atuendo de la armada viene de la necesidad social de apoyar moralmente de manera patriótica a la armada española que había defendido el honor de la nación, en las guerras hispano-sudamericanas frente a las costas de Perú en 1866. Luego vendrían la perdida de las colonias en la guerra Hispano-americana de Cuba, Filipinas y Puerto Rico en 1898. Esta moda se prorrogó en el tiempo entre los niños de la alta sociedad


La fiesta de la flor el 5 de junio de 1916 se celebraba desde muy pronto y todo el día y las mujeres, luciendo sus mantones de manila, mantillas, peineteras y de más galas salían a las calles de Madrid con claveles en el pecho a postular en beneficio de los tuberculosos. A cambio de un donativo una margarita de papel en la solapa. Participaban hasta los reyes Alfonso y Victoria Eugenia. Se distribuían mesas petitorias ocupadas por las más respetadas damás de la sociedad madrileña. Fué la precursora de la fiesta de la cruz roja o de la banderita. Quizas este es el caso.


Militar posa luciendo una banda bicolor que cruza su torso y su levita de uniforme que posiblemente sirve para sujetar el sable. Finales del siglo XIX fue desastroso para España en el ámbito geopolítico debido a la perdida de sus últimás colonias en Asia y Latinoamérica, con Cuba y Filipinas en 1898 en la guerra hispano-estadounidense. También pierde Puerto Rico, aunque España mantiene su soberanía hasta 1899 y Guam e islas Marianas también son cedidas a Estados Unidos.


Escena teatralizada en el estudio de Almayso de unos simpáticos hermanos en una barca de atrezo delante de un mural con mar de fondo. El chaval rema sonriente mientras la hermana observa paciente el acontecimiento con una bonita muñeca en sus manos. Este atuendo era muy común en las celebraciones como la primera comunión o como ropa festiva de día. Las muñecas en el siglo XIX podían tener cabeza de porcelana, convirtiéndose en piezas de gran valor. Las muñecas francesas eran las más cotizadas por su complejidad y los vestidos que marcaban estilo en la moda del momento. Figuras muy elaboradas con vestidos de gran calidad convertían estos objetos en herencias que pasaban de padres a hijos. Se popularizaron a finales del XIX en madera o papel maché. Aunque la muñeca más popular en España no llegaría hasta 1938 con la fabricación en serie de Mariquita Pérez, que marcaría a una generación entera como uno de sus emblemás.